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domingo, 5 de abril de 2020

Cuarentena interna

Estoy sobreviviendo en tiempos de coronavirus. Bueno, "sobreviviendo" a la abstinencia parcial de sociabilización presencial con otros seres humanos. Digo parcial porque he visto a gente pero no muy seguido, ni mucho menos he tenido algún tipo de contacto físico con ellos.

Sinceramente no le siento la gran diferencia al tiempo previo a la pandemia. Será que como Uruguayo residiendo hace rato en otro país ya vengo acostumbrado a la falta del contacto físico... O será realmente que en lo profundo, lo que no percibo es que las personas que me rodean hayan cambiado el "estilo de comunicación" en épocas que deberían inspirarnos a mirar más nuestro interior para sacar alguna enseñanza y/o resolución en medio de este caos.

Pero no nos enseñaron a prestarnos atención a nosotros mismos, a tener momentos de introspección, a valorar la quietud y enfrentar los desafíos de encontrar quiénes somos en esos espacios. La vida va muy rápido y hay que responder a lo externo, aprender y seguir, lastimarse y tratar de sobreponerse. Problema y solución. No hay tiempo para reflexionar, validar los sentimientos y las sensaciones de un aparatoso proceso de crecimiento, ni mucho menos tiempo para "perder" en reconocer y atender cuando algo nos exige más recursos para solventarlo.

De ahí salen las reacciones ante cada "catástrofe", reacciones disonantes, incoherentes con la realidad en muchos casos. La falta de cultivar nuestro interior refleja al exterior nuestra desesperación producto de la mezcla entre la incertidumbre y la falta de herramientas para hacer frente a la simple idea de estar en esa condición.

Vemos gente profesional, preparada, titulada (y de la otra), haciendo el ridículo ante esta situación de emergencia sanitaria al preocuparse más por limpiarse las zonas bajas que por cumplir las normas de cuidado. Están más preocupados por salir de fiesta que por cuidarse y por ende cuidar a los demás. Quien no se presta atención a sí mismo, ni se valora, ni se cultiva, no va a tener esa deferencia con el resto de la gente.

Y todo viene a dar en que al final estamos tan por nuestra cuenta que, con o sin pandemia, el resultado es el mismo. No sabemos atendernos, escucharnos unos a otros, y desgraciadamente las conversaciones seguirán siendo sobre temas externos y no sobre la realidad interior que tanto necesitamos trabajar.

Pensemos.