Recuerdo cuando no tenía mucho de haber creído en Jesús como el Señor y Salvador de la humanidad. Algunos amigos no cuestionaban mi creencia pero si mis actitudes, eso de no querer hacer o decir mas algunas cosas que eran comunes en mí. Mi familia no entendía mi accionar en que ya había empezado a pedir perdón y perdonar a la gente a mi alrededor. Los que me rodeaban en la iglesia sin embargo no me decían nada, como si fuera una cosa normal, cuando lo que estaba sucediendo dentro mío era una transformación y cada fase era una lucha, en la cual sigo hoy en día.
En ese tiempo recuerdo no tener muchas razones lógicas para defender mi fe, simplemente tenía el testimonio de que Dios me estaba marcando y quebrándome para armarme de nuevo, y para mí eso era suficiente para probar que El es real. Me apoyaba en mis experiencias y en lo que yo entendía de todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Pero de alguna manera fui creciendo y conociendo la Palabra de tal modo que preguntas se contestaron y la información fue teniendo sentido cada vez mas profundo. Y cuando ese ejercicio se da, tenemos mas capacidad de responder por nuestra fe.
El problema está cuando a la defensa de la fe no le damos buen fundamento y no aportamos madurez, tranquilidad, espacio para que se cuestione. Cuando nos hablan mal de Dios, muchos tendemos a reaccionar agresivamente, sea de hecho o de palabra, descalificándonos de una a nosotros mismos para un debate que edifique o traiga un fruto, el que normalmente no debería ser "ganar la discusión" sino dejar pensando a las personas sobre la posibilidad (grande o pequeña) de que nuestra fe, nuestro cambio y nuestro Dios sean reales.
No pongamos las ganas de ganar por encima de dar el mensaje, nosotros defendemos la fe porque la conocemos, porque la vivimos y porque la comprobamos, siendo la sinceridad y mansedumbre nuestra prueba de eso. Nuestro accionar debería apuntar a que los que nos acusan se queden con información relevante y de peso sobre nuestro Dios y su Palabra, no sobre "mi testimonio" (aunque puede ser un complemento). Al final, la fe no viene por testimonios, sino por oír la Palabra de Dios.
Lo que no sabemos, no lo inventemos, seamos vulnerables porque al final decir la verdad honra mas a Dios que inventar algo que nos parece y luego descubrir que era un pelotazo. Seamos abiertos a cuestionamientos, y recibamos los mismos con la fe de que Dios tiene respuesta en la Biblia y que esa respuesta tiene fundamento suficiente porque el autor es suficiente.
Nuestra transparencia es usada por Dios muchas veces sin que lo sepamos para con el resto, y eso de una manera práctica se resume en lo siguiente: Entendamos de una vez que no está mal no saberlo todo y aprendamos a oír antes de hablar.
Estoy oyendo a un apologeta y me doy cuenta de lo que me falta aprender, pero me gozo de lo que ya sé y puede ser útil a los propósitos de Dios para con otros. Y lo que no sé me mueve a sacarle el polvo a mi Biblia y a libros que traen luz al asunto, lo entienda en este momento o lo agarre mas adelante.
Ojalá que cuando nos pregunten por qué creemos lo que creemos nos podamos sentar a razonar junto a estas personas honrando a Dios y confirmando la Palabra. Usando la alegoría del fútbol no pongamos "el bondi" (el bus) para defender la fe, vayamos jugando entre defensa y ataque y que el 10 de nuestro equipo sea Cristo revelado en la Palabra de Dios.