En medio de tanto lío nos surge a la humanidad una serie de preguntas. A saber; si Dios existe, ¿Dónde está?, Si es bueno, ¿Por qué pasa esto?, Si es poderoso, ¿Cómo es que no nos dió la solución a todo este relajo?. Pero la más profunda creo que podría ser, si no hay un Dios, ¿Por qué siento este vacío? ¿Cómo hago para ignorar ese agujero y distraerme así como hacía cuando el mundo era "normal"?.
Bueno, esas últimas ya son dignas de una persona que ha logrado inspeccionarse con esmero a sí mismo aprovechando que hay más quietud. Yo estoy convencido de que hay buenas preguntas para hacerle a Dios, pasa que generalmente las respuestas no nos gustan o nos demandan algún tipo de reflexión profunda que no queremos hacer. Además de que solemos dirigirnos a Dios con impertinencia, trayendo preguntas que encierran la voluntad de culparlo de todo. Otra vez, las preguntas no son malas, la intención atrás es la cuestionable. Y el Padre tiene todo su derecho de responderlas como quiera y si quiere.
Es más, para sentar un precedente, Jesús rara vez respondía directamente a las preguntas que le hacían las personas. A veces usaba parábolas (historias con una moraleja o una reflexión), frases cortas o re-preguntaba. Según mi opinión actual, era la intención de Jesús que, a través de estos estilos, el oyente se involucre en el razonamiento activamente para así ganar perspectiva propia, ser iluminado y llegar a ver la sabiduría tras las ilustraciones o re-preguntas.
Aún hoy, teniendo la Palabra de Dios y años de estudios, no terminamos de sacarle provecho a esas enseñanzas. Mayormente porque no nos logramos involucrar de forma activa en ellas. Las vemos como conocimiento intelectual que nos aporta algo, cuando realmente la intención es más de transformación que de información. Por eso es que, en mi opinión, sacamos aplicaciones que apenas rascan la superficie de lo que esas perlas tienen para darnos. No hemos aprendido a ver nuestro interior. No percibimos enteramente la acción de Dios en nosotros porque, para empezar, no sabíamos bien todo lo que había antes en la bodega del corazón y ahora no identificamos en detalle qué y cuánto ha cambiado nuestro ser.
Volviendo a las preguntas del principio, yo le haría algunas a quienes vienen con ideas de culpabilizar a Dios o demostrar su supuesta inexistencia. Por ejemplo, preguntaría si "existiendo Dios o no, ¿Podrías estar de acuerdo conmigo en que hay gente mala en todos los niveles de esta sociedad?", "Si nos basamos en que hay y que están en todos lados, ¿Podría decirse que hay gente honesta y con buenas intenciones también en todos lados?", "Si Dios no existiera, ¿Entonces por qué habiendo tanta gente desigual parece que los malos son más capaces y efectivos? ¿Dónde está la gente buena que contrarreste esa maldad?", "¿Por qué los buenos no hacen algo para ayudar? ¿No será que no son lo suficientemente buenos?"... Y así podría pasar horas buscando que se autoperciban haciendo re-preguntas. Realmente el mensaje de Cristo no se basa en su poder y los milagros (te puede sanar, te puede prosperar, te puede salvar) sino en su amor por un ser inservible a sus planes, enemigo, rebelde, provocador, lejano, el cual tenés que entender que sos (este punto te involucra activamente en la búsqueda de la verdad) para que la información pase a la transformación. Y, situado en tu real lugar, las preguntas dejan de culpabilizar y buscan reconciliar. Ojalá lo puedas pensar y desarrollar más.
Gracias por tu tiempo.