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lunes, 20 de julio de 2020

Involucrándonos activamente en el aprendizaje del 2020

Quién diría que el mundo se fuera a conmocionar a esta escala... Tenemos en estos momentos un 2020 con un virus que se volvió una pandemia, una guerra fría comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China, manifestaciones violentas a raíz del racismo y que además reivindican cosas diversas (y bien diversas porque los grupos involucrados son tendientes a ideologías liberales), la economía mundial casi parada, la naturaleza tomando territorio, es la primera vez que la respuesta a una emergencia sanitaria implica que gente sana se encierre en sus casas, trayendo problemas familiares, mentales y financieros causados por el encierro. Y recién pasamos la mitad del año, vamos a ver cómo nos sorprende el resto (si llegamos).

En medio de tanto lío nos surge a la humanidad una serie de preguntas. A saber; si Dios existe, ¿Dónde está?, Si es bueno, ¿Por qué pasa esto?, Si es poderoso, ¿Cómo es que no nos dió la solución a todo este relajo?. Pero la más profunda creo que podría ser, si no hay un Dios, ¿Por qué siento este vacío? ¿Cómo hago para ignorar ese agujero y distraerme así como hacía cuando el mundo era "normal"?.

Bueno, esas últimas ya son dignas de una persona que ha logrado inspeccionarse con esmero a sí mismo aprovechando que hay más quietud. Yo estoy convencido de que hay buenas preguntas para hacerle a Dios, pasa que generalmente las respuestas no nos gustan o nos demandan algún tipo de reflexión profunda que no queremos hacer. Además de que solemos dirigirnos a Dios con impertinencia, trayendo preguntas que encierran la voluntad de culparlo de todo. Otra vez, las preguntas no son malas, la intención atrás es la cuestionable. Y el Padre tiene todo su derecho de responderlas como quiera y si quiere. 

Es más, para sentar un precedente, Jesús rara vez respondía directamente a las preguntas que le hacían las personas. A veces usaba parábolas (historias con una moraleja o una reflexión), frases cortas o re-preguntaba. Según mi opinión actual, era la intención de Jesús que, a través de estos estilos, el oyente se involucre en el razonamiento activamente para así ganar perspectiva propia, ser iluminado y llegar a ver la sabiduría tras las ilustraciones o re-preguntas. 

Aún hoy, teniendo la Palabra de Dios y años de estudios, no terminamos de sacarle provecho a esas enseñanzas. Mayormente porque no nos logramos involucrar de forma activa en ellas. Las vemos como conocimiento intelectual que nos aporta algo, cuando realmente la intención es más de transformación que de información. Por eso es que, en mi opinión, sacamos aplicaciones que apenas rascan la superficie de lo que esas perlas tienen para darnos. No hemos aprendido a ver nuestro interior. No percibimos enteramente la acción de Dios en nosotros porque, para empezar, no sabíamos bien todo lo que había antes en la bodega del corazón y ahora no identificamos en detalle qué y cuánto ha cambiado nuestro ser.

Volviendo a las preguntas del principio, yo le haría algunas a quienes vienen con ideas de culpabilizar a Dios o demostrar su supuesta inexistencia. Por ejemplo, preguntaría si "existiendo Dios o no, ¿Podrías estar de acuerdo conmigo en que hay gente mala en todos los niveles de esta sociedad?", "Si nos basamos en que hay y que están en todos lados, ¿Podría decirse que hay gente honesta y con buenas intenciones también en todos lados?", "Si Dios no existiera, ¿Entonces por qué habiendo tanta gente desigual parece que los malos son más capaces y efectivos? ¿Dónde está la gente buena que contrarreste esa maldad?", "¿Por qué los buenos no hacen algo para ayudar? ¿No será que no son lo suficientemente buenos?"... Y así podría pasar horas buscando que se autoperciban haciendo re-preguntas. Realmente el mensaje de Cristo no se basa en su poder y los milagros (te puede sanar, te puede prosperar, te puede salvar) sino en su amor por un ser inservible a sus planes, enemigo, rebelde, provocador, lejano, el cual tenés que entender que sos (este punto te involucra activamente en la búsqueda de la verdad) para que la información pase a la transformación. Y, situado en tu real lugar, las preguntas dejan de culpabilizar y buscan reconciliar. Ojalá lo puedas pensar y desarrollar más.

Gracias por tu tiempo.

martes, 14 de julio de 2020

¿Sanidad interior o Desconexión interna?

Hoy escuché una breve exposición en Youtube sobre un tema del que el comunicador solo logró demostrar que no tenía mucha idea, pero sí muchas ganas de opinar. ¿A quién más le pasa que por la ignorancia del expositor una charla corta se le hace eterna? ¿Solo a mí? No creo.

Bueno, volviendo al asunto, el tema del video fue la "tristemente" famosa práctica de los denominados "encuentros" y la "sanidad interior". Si, esa especie de retiro donde a los participantes se les lleva por una serie de charlas y actividades de todo tipo (ceremoniales, individuales, grupales, con y sin música, de confesión, etc.). Hablando de confesar, confieso que en mi juventud temprana me mandaron a una actividad de esas y presencié en carne propia lo que hace la confusión generalizada y la manipulación emocional que caracteriza estos espacios. Debo aclarar que estoy en contra de hacer actividades de este tipo, donde no se predica a Cristo ni se usa correctamente la Palabra de Dios, sino que se centra en lo que "nosotros sufrimos" y lo que tenemos que hacer para ser aceptados por Dios y luego libres. Antropocentrismo, en palabras de domingo.

Todo iba decentemente normal en el video hasta que este hermano en la fe llegó al punto de mezclar la psicología con la psiquiatría, la manipulación emocional y algunos segmentos de la Biblia incrustados a su antojo para defender su posición. Contrariamente a lo que usualmente yo haría (cerrar el video y lamentar el desastre), me quedé hasta el final para ver cómo iba a hacer este sujeto para no matar su argumento al tocar el tema del trauma, el dolor, las conductas heredadas, etc. Y no lo tocó... lo manoseó.

Entre otros, negó que esas experiencias fueran algo que pudiera impactar o seguir condicionando a "una nueva criatura en Cristo", se atrevió a decir que cada cual tiene la culpa de cargar con su pecado y no andar echando culpas a otros (aún siendo víctimas de abusos) por sus conductas, y descalificó a aquellos que buscan ayuda de profesionales y de Dios para sanar de esas dolencias diciéndoles "ya Cristo pagó, en vez de llorar mejor gócese". Y todo lo encerró bajo el lema de que un cristiano ya no está bajo condenación, pero que seguirá luchando contra su pecado. La sutileza para defender su punto al usar la Biblia me asombró, no por lo bien que la usó sino por lo descarado de la descontextualización. En fin, puedo decir que esta exposición me molestó tanto como las que he presenciado sobre la teología de la prosperidad o al ver a alguien torciendo textos apocalípticos a su antojo (todo eso me enoja bastante).

Este tipo de predicadores, maestros y pastores son parte de la razón por la cual la gente de iglesia se encuentra en este estado de desconexión de la realidad, donde todo está bien y no hay que trabajar el carácter. Y desapegados (o desentendidos) de la condición interna y la necesidad de un proceso propio, ¿Cómo les vamos a pedir que reflejen a Cristo en todas las áreas? No se dan cuenta de que si Dios redime la vida entera (pasado, presente y futuro) de sus hijos, trabajando incluso cuando aún no lo conocíamos, es que justamente por abrazar esa verdad es que somos consolados, sanados, soltamos cargas y podemos avanzar en nuestra santificación. No se dan cuenta porque están acostumbrados al modelo de "ir para adelante", "tengo que hacer, ir, ser, pensar... TENGO que". Activistas de la fe. Ignorantes de sí mismos. Negando procesos, estancando sus almas y enfriando su corazón. Cerrándose a la conexión consigo mismos, con otros y, en última instancia, con la obra personal de Dios en ellos.

Las heridas que siguen abiertas tarde o temprano supuran tanta pus... Eso hiede y si se desatiende, la infección toma el resto del cuerpo. Lo mismo con las emociones y vivencias insanas. La cicatriz que deja la sanidad de Dios es una que nos llena de gratitud, sin embargo no tratar la herida genera una vida cristiana de supervivencia donde cada vez más la gangrena de la negación del dolor, del orgullo, nos impide disfrutar del Dios al que nos acercamos alguna vez.

Yo pienso que mientras más luz trae Dios a mi vida, más profundamente me voy conociendo. Más voy viendo de mi condición, lo desagradable que puedo llegar a ser a los ojos de un Dios santo. Y mientras más lo pienso, más puedo ver las características de Dios, su gracia, su justicia, su amor inmerecido, su insistencia... Y eso hace brotar agradecimiento de mi corazón, el consuelo para mí ser, la esperanza para mi vida. Esto es una obra del Espíritu Santo. Esa obra me hace descansar en la capacidad de Cristo. Me hace sonreír confiado ante el Padre. Y si, eso se llama libertad.

¡Gracias por tu tiempo!