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martes, 14 de julio de 2020

¿Sanidad interior o Desconexión interna?

Hoy escuché una breve exposición en Youtube sobre un tema del que el comunicador solo logró demostrar que no tenía mucha idea, pero sí muchas ganas de opinar. ¿A quién más le pasa que por la ignorancia del expositor una charla corta se le hace eterna? ¿Solo a mí? No creo.

Bueno, volviendo al asunto, el tema del video fue la "tristemente" famosa práctica de los denominados "encuentros" y la "sanidad interior". Si, esa especie de retiro donde a los participantes se les lleva por una serie de charlas y actividades de todo tipo (ceremoniales, individuales, grupales, con y sin música, de confesión, etc.). Hablando de confesar, confieso que en mi juventud temprana me mandaron a una actividad de esas y presencié en carne propia lo que hace la confusión generalizada y la manipulación emocional que caracteriza estos espacios. Debo aclarar que estoy en contra de hacer actividades de este tipo, donde no se predica a Cristo ni se usa correctamente la Palabra de Dios, sino que se centra en lo que "nosotros sufrimos" y lo que tenemos que hacer para ser aceptados por Dios y luego libres. Antropocentrismo, en palabras de domingo.

Todo iba decentemente normal en el video hasta que este hermano en la fe llegó al punto de mezclar la psicología con la psiquiatría, la manipulación emocional y algunos segmentos de la Biblia incrustados a su antojo para defender su posición. Contrariamente a lo que usualmente yo haría (cerrar el video y lamentar el desastre), me quedé hasta el final para ver cómo iba a hacer este sujeto para no matar su argumento al tocar el tema del trauma, el dolor, las conductas heredadas, etc. Y no lo tocó... lo manoseó.

Entre otros, negó que esas experiencias fueran algo que pudiera impactar o seguir condicionando a "una nueva criatura en Cristo", se atrevió a decir que cada cual tiene la culpa de cargar con su pecado y no andar echando culpas a otros (aún siendo víctimas de abusos) por sus conductas, y descalificó a aquellos que buscan ayuda de profesionales y de Dios para sanar de esas dolencias diciéndoles "ya Cristo pagó, en vez de llorar mejor gócese". Y todo lo encerró bajo el lema de que un cristiano ya no está bajo condenación, pero que seguirá luchando contra su pecado. La sutileza para defender su punto al usar la Biblia me asombró, no por lo bien que la usó sino por lo descarado de la descontextualización. En fin, puedo decir que esta exposición me molestó tanto como las que he presenciado sobre la teología de la prosperidad o al ver a alguien torciendo textos apocalípticos a su antojo (todo eso me enoja bastante).

Este tipo de predicadores, maestros y pastores son parte de la razón por la cual la gente de iglesia se encuentra en este estado de desconexión de la realidad, donde todo está bien y no hay que trabajar el carácter. Y desapegados (o desentendidos) de la condición interna y la necesidad de un proceso propio, ¿Cómo les vamos a pedir que reflejen a Cristo en todas las áreas? No se dan cuenta de que si Dios redime la vida entera (pasado, presente y futuro) de sus hijos, trabajando incluso cuando aún no lo conocíamos, es que justamente por abrazar esa verdad es que somos consolados, sanados, soltamos cargas y podemos avanzar en nuestra santificación. No se dan cuenta porque están acostumbrados al modelo de "ir para adelante", "tengo que hacer, ir, ser, pensar... TENGO que". Activistas de la fe. Ignorantes de sí mismos. Negando procesos, estancando sus almas y enfriando su corazón. Cerrándose a la conexión consigo mismos, con otros y, en última instancia, con la obra personal de Dios en ellos.

Las heridas que siguen abiertas tarde o temprano supuran tanta pus... Eso hiede y si se desatiende, la infección toma el resto del cuerpo. Lo mismo con las emociones y vivencias insanas. La cicatriz que deja la sanidad de Dios es una que nos llena de gratitud, sin embargo no tratar la herida genera una vida cristiana de supervivencia donde cada vez más la gangrena de la negación del dolor, del orgullo, nos impide disfrutar del Dios al que nos acercamos alguna vez.

Yo pienso que mientras más luz trae Dios a mi vida, más profundamente me voy conociendo. Más voy viendo de mi condición, lo desagradable que puedo llegar a ser a los ojos de un Dios santo. Y mientras más lo pienso, más puedo ver las características de Dios, su gracia, su justicia, su amor inmerecido, su insistencia... Y eso hace brotar agradecimiento de mi corazón, el consuelo para mí ser, la esperanza para mi vida. Esto es una obra del Espíritu Santo. Esa obra me hace descansar en la capacidad de Cristo. Me hace sonreír confiado ante el Padre. Y si, eso se llama libertad.

¡Gracias por tu tiempo!

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