Bienvenida

Un lugar donde podés leer de todo... Lo que salga de mi mente.

viernes, 18 de octubre de 2019

Tradición vs Entendimiento (y Crítica)

Una vez, leyendo la Biblia, me pregunté si yo era capaz de hacer eso de ser santo. Otra vez, viendo a alguien predicar, me pregunté si esa persona estaba haciendo lo que yo entendía que la Biblia mandaba. Y en otra ocasión, cuando la gente vino a insistirme en que yo tenía que hacer lo mismo que "mis hermanos en la fe", me pregunté si ellos estaban haciendo lo que la Biblia decía que un creyente debía hacer. Como las tres veces la respuesta fue un NO, me quedé inquieto. 

Cómo es que lo que me enseñaron de la Biblia es imposible que lo hagamos todo junto y a la vez? Qué eso no era la santidad? Qué al final no íbamos a ir pareciéndonos más a Cristo? Todo empezaba a perder sentido. La propia incapacidad de lograr el estatus de santo me angustiaba, parecía tan fácil para otros. Me hacía dudar de la veracidad de mi fe, y eso me debilitaba porque no veía a otros cuestionarse. Esa incógnita permeó mis bases, me llevó a ver las preguntas como un virus para el cual yo necesitaba crear anticuerpos. Y la Biblia es el único remedio para este mal. No hay tradición, ni línea de pensamiento o postura dogmática que cure la enfermedad.

Demoré un tiempo pero entendí varias cosas. Primero, yo nunca voy a lograr ser santo por mi esfuerzo (entrada anterior). Segundo, los demás tampoco lo estaban logrando por sí mismos, por mas apariencia que quisieran dar. Tercero, realmente no depende totalmente de mí ser perfecto en todo (y a la vez).

Al entender esto me sentí como liberado de una gran carga. Comencé a percibir los esfuerzos por agradar a Dios en otros, y cómo nuestra ineficacia, falta de entendimiento de la obra del Espíritu Santo y la propia malicia interna nos llenó de reglas, ideas y conjeturas para ser "idealmente" santos.

La gente de iglesia somos bichos raros, hacemos y decimos cosas locas, usamos textos fuera de contexto como pretexto para tener la razón, le añadimos a la Biblia, usamos costumbres que no entendemos muy bien pero como "están escritas, hay que hacerlas así" también descartamos selectivamente pasajes porque "no aplican para hoy". De un lado están los que no cantan, hablan o muestran emoción alguna, del otro los que mínimo salen sudando y afónicos de una reunión por hablar en lenguas o "danzar"... Los no convertidos nos ven extrañados, y con mucha razón. 

Quién se subiría a un avión si viera que los pilotos leen el manual de la máquina y no lo entienden? Nosotros, los cristianos. Vamos "por fe". Creemos que el predicador dice la verdad y no usamos nuestro cerebro crítico para filtrar. Nos volvemos fanáticos del personaje y menospreciamos el mensaje en detrimento del carisma al exponer. Como dicen por ahí, dejamos el cerebro en la puerta porque "sentir es bonito", "la letra mata" o "acomodamos lo espiritual a lo espiritual". Somos un caso complicado.

Nuestro ambiente de iglesia puede ser un manicomio o un funeral, da igual. La realidad es que si no chequeamos la base de nuestra fe con cierta regularidad, si no llegan esas instancias de cuestionamiento, y si no se buscan respuestas de forma objetiva, eventualmente no vamos a poder darle a otros razones significativas y contextualizadas de por qué creemos en Cristo, y mucho menos de nuestra vida en El. Aviso (por las dudas) que nuestra apariencia o esfuerzo no van a servir de mucho tampoco.

Gracias por tu tiempo.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Entendimiento vs Tradicionalismo

Cuando pienso en cómo la gente cristiana lucha por mantener una imagen "bíblica" de su vida pública y en que, a pesar de querer ser perfectos ahora, siguen fallando en muchas cosas, me queda la sensación de que no nos han terminado de explicar cómo funciona esto. Soy de los que cree que leímos muy por encima la Palabra y por lo tanto no interpretamos con toda la luz que nos podría haber venido si nos sentáramos a hacer la tarea con detenimiento.

En primer lugar, somos pecadores (personas que fallan al no poner a Dios primero en sus intenciones, obras, pensamientos, corazón etc.) en un mundo que facilita y estimula que nos centremos en nosotros mismos, y con el peso de saber que la perfección es utópica si dependiera exclusivamente de nosotros.

Segundo, hay un Dios Todopoderoso, creador, que es el amor y a su vez es justicia, que es gracia y juicio, que amó darle a su creación libertad para forjar su destino pero odia la marcada separación de Él que tenemos en nosotros mismos por nuestra condición (eso de querer ser como Dios... no funcionó bien para Adán y Eva, no funciona para nosotros tampoco).

Ese Dios que ha tendido lazos constantemente con el ser humano y no ha recibido mayor respuesta, tuvo la idea de "patear el tablero" enviando a Su Hijo Jesús para ser el que medie como puente entre El y el ser humano a fin de recuperar la unidad entre ambos. Eso si, el costo fue el sacrificio cruel de un inocente. Pero la buena noticia fue lo ganado por medio de ese sacrificio.

La acción directa del Espíritu Santo en el pueblo comenzó inmediatamente después de la ascensión de Cristo al cielo, y desde ahí nuestra historia ha vivido las consecuencias de prestar atención (o no) a esa fuerza divina que busca rescatar corazones donde habitar.

Todo lo escribí para explicar que esta historia no ha dependido nunca de nosotros. No somos los protagonistas. Somos parte del reparto, uno que generalmente no sabe seguir el guión ya escrito, le ha agregado sus ideas, o lo ha interpretado de manera deficiente. Hemos confundido nuestro rol por nuestras ganas de escribir esta obra a nuestra conveniencia. Pero dejémoslo así por ahora...

La realidad es que Jesús está frente al Padre en estos momentos y seguramente está defendiéndonos porque, siendo honestos, no paramos de pecar y ofender a Dios. El Espíritu Santo trabaja en nosotros de maneras extraordinarias pero aún así a veces lo "cansamos" o dejamos triste, y todo porque no terminamos de entender nuestra condición. Entonces, por qué pretendemos ser perfectos frente a otros? Por qué no reconocemos la maravilla de que Dios está tan interesado en estar con nosotros que ha hecho y sigue haciendo todo lo que nosotros no logra(re)mos hacer para estar cerca de El?

Más allá... Por qué nos queremos engañar entre nosotros intentando tener apariencia de perfección? Metemos a otros en ese juego de hipocresía y al final somos peores que "los de afuera", porque le mentimos a los demás pero peor aún, nos engañamos a nosotros mismos. Si. Genuinamente vivimos en un engaño. Una imagen distorsionada de nosotros mismos y de nuestra realidad como personas imperfectas.

Si fuéramos capaces de lograr la perfección por puro esfuerzo, para qué necesitamos a Cristo como nuestro defensor? Para qué tener al Espíritu Santo en nosotros? Para qué está la gracia de Dios? Porque me quedo pensando en que esta postura niega la gracia y da pie a la idolatría del modelo, al legalismo recalcitrante y al autoritarismo por mérito. Y es a donde estamos llegando hoy en día.

Si llegaste hasta acá te agradezco. Si el razonamiento te parece lógico, proponé este tipo de conversación con amigos en tu comunidad de fe. Es un buen disparador del debate. Si tenés comentarios, objeciones o críticas, ahí está la caja de comentarios, servite.

Una última cosa. Este pensamiento no fue desarrollado solo por leer y leer. Acá hay mucho tiempo de reflexión, de lágrimas, de búsqueda de entender... Y todo fue saliendo porque hay que prestar más atención al guión y bajar las revoluciones al asimilarlo.

Gracias por tu tiempo.

martes, 24 de septiembre de 2019

Volviendo al futuro, escuchando al pasado

Estuve oyendo una charla que di en un espacio de la iglesia hace como un año atrás (si, me estaba escuchando a mí mismo y tratando de no mandarme a callar) sobre discipulado, la evolución del evangelio desde la perspectiva del libro de Hechos en sus 10 primeros capítulos, lo que acontecía en nuestra comunidad, y de a poco se me fueron prendiendo las alarmas. A la distancia, muchas preguntas empezaron a surgir...

Soné muy duro, áspero, desafiante... Entiendo por qué no me volvieron a dar el espacio para compartir. Pero todos los que me han dicho algo sobre esa charla adjudican todo lo expresado a Dios y su inspiración, y espero de corazón que haya sido así, porque escuchando me sentí muy golpeado por momentos.

El detonante: Si nosotros mismos no nos preparamos para una tarea tan grande como compartir las Buenas Nuevas ni animamos a los demás a hacerlo, qué sentido tiene empujar a personas a hacer algo que no están capacitadas para lograr? Pero, quién nos discipuló a nosotros en primer lugar?

Y empezaron las conjeturas...

Tememos dar el próximo paso porque no tenemos la fe de que la Palabra en plenitud se aplique en nosotros, entonces, la pregunta natural y obvia es, cómo voy a aplicarle a otros algo que yo no veo funcionando en mi vida? No lo veo porque no está pasando o porque no estoy percibiendo bien? Doy por sentado todo lo que pasa sin ver a Dios a mi alrededor? Por qué no tengo ese impulso para predicar como sí lo veo en los seguidores de Cristo en otras épocas? Estaré dormido? Distraído? Cauterizado? O sea, con una incapacidad de sentir y percibir por algún motivo particular? Y ese amor que profeso tener cada vez que canto o entro en intimidad con Dios? Dónde está?

Después me dí cuenta de que esas preguntas son sanas, aunque sus respuestas pudieran dolerme. Si no me examino ni le pido al Espíritu Santo que lo haga esto no va a llevarme a algo diferente.

Y profundizando... Me duele pensar que he perdido de vista al que bendice por seguir la bendición. Que me apasioné por lo que podía conseguir para ayudar o alimentar a mi autoestima en vez de apasionarme por quien, siendo Dios, no se tuvo a sí mismo en alta estima y vivió entre nosotros como pobre, amenazado y ninguneado por quienes decían conocer a su Padre, quien murió injustamente como ladrón y resucitó en gloria, teniendo la victoria como solo el podía hacerlo. Me molesta pensar que le pude dejar en bandeja al diablo las circunstancias de mi vida donde me pudo haber hecho daño sólo porque no tuve la conciencia de levantar las manos en vez de tenerlas en mis bolsillos mientras miraba con indiferencia los desastres a mi alrededor y abrazaba el dolor añadido en un gesto cobarde de resignación.

Y me da cosa imaginar si otros estarán pensando en lo mismo que yo hoy, después de oír ese audio. Mi esperanza de que así sea choca con mi visión esmirriada, sesgada, de lo que Dios puede hacer en los corazones de sus hijos.

Pero, sobre todo, me preocupa que esa "invitación" de aquella noche (que hoy parece un palo a la nuca para mi), hoy no la vea manifiesta en mi vida. Y pido exactamente lo mismo ahora que en esa charla... Perdón. Ayuda.

Gracias por tu tiempo.

martes, 9 de julio de 2019

La mentira "evangeloca" de "bendecidos, prosperados y en victoria"

Creo que son pocas las frases que al oír me causen tanta repulsión como escuchar a un cristiano responder al típico "cómo estás?" con el (pseudo) contundente "bendecido, prosperado y en victoria (total -según los mas valientes)". Tengo mis muchas discrepancias con ese dicho, pero también tengo la percepción de que es una fotografía del cristianismo de la generación anterior donde mostrar alta espiritualidad, mantener la apariencia y sostener el positivismo eran muy relevantes.

Ahora bien, quiero aclarar que yo creo en que Dios estaba trabajando en sus hijos en aquella época de una manera especial, pienso que fue un tiempo de Dios, el boom del evangelismo en muchos países y que no tendríamos tanto terreno recorrido y ejemplos si no fuera por esa generación de creyentes.

Dicho esto, sinceramente me parece que también esta generación sufrió bastante por la ignorancia que trae aparejada la fe ciega en lo que "dijo el pastor el domingo" como también en la búsqueda de tener esas experiencias espirituales sobrenaturales, en la proclamación de un evangelio apocalíptico, en la falta de "escudriñar las Escrituras" (que tanto promovía Cristo) que se reflejó en el legalismo y la diezmada interpretación de la disciplina bíblica, la cual fue motivo de varios abusos dentro de las iglesias y dejó la puerta entreabierta al postureo y la hipocresía mas descarada que hasta el día de hoy nos acompaña y por la cual somos tristemente célebres entre los inconversos.

A mi entender lo que mas se refleja y lo que hoy estamos cargando son las consecuencias del irrespeto a la Escritura (sea por omisión o por conveniencia), los temas que comunica y en qué contexto lo hace, el desbalance entre predicar la responsabilidad y los beneficios de ser un hijo de Dios, el escaso entendimiento y enseñanza de la gracia y la justicia divina, la malinterpretación del rol del pastor o líder, cuál es la sana convivencia y desarrollo de una comunidad de fe y cómo es el servicio dentro de la misma, etc.

Hay tanto... Y aún así Dios se movió en medio de su gente y hoy tenemos lo que tenemos por Su accionar y misericordia. Sin embargo, me duele pensar en que la próxima generación vaya a ver tantas fallas en mi tiempo como yo veo del tiempo pasado.

Para terminar mi punto sobre la frase, pienso que deberíamos responder con mas franqueza y sacándonos del centro para darle a Dios el lugar que se merece. Nosotros no estamos bendecidos, SOMOS bendecidos por la gracia divina aún en medio de la tribulación. No estamos prosperados, SOMOS sostenidos por la fidelidad de Dios en buenos y malos momentos. No estamos en victoria, SOMOS perdedores que necesitábamos que Cristo viniera a ganar lo que era imposible para nosotros. Y la buena noticia es que Jesús, el Salvador, vino para darnos vida abundante, porque de dentro nuestro y por mas que gritemos, escondamos y aparentemos, es imposible estar (ser) así.

Hasta la próxima!

martes, 9 de abril de 2019

Recapitulando la vida

Me sacaste de mi casa, te creí. Me cambiaste los planes, te creí. Me impediste volver a mi normalidad, te creí. Me pasaste por situaciones que me rompieron todo, te creí. Me hiciste enojar porque mis planes se iban por el tubo, te creí. Me diste tu silencio en momentos de dolor, te creí.

Hoy veo un poco más y puedo agradecerte, porque en medio de todo el sufrimiento siempre te ví sosteniéndome y eso me ayudó a seguir creyendo. Tus acciones y "omisiones" fueron por amor, para moldear mi carácter como tu hijo, para hacerme mas como Cristo.

Estoy comenzando a juntar la cosecha de esta siembra tan dolorosa que duró tantos años en dar frutos y quiero creer que sólo estoy viendo la primera parte de la historia. Quiero vivir en agradecimiento por todo lo que me has permitido experimentar y de lo que me libraste de pasar.

Dios, gracias por estar, amar y comprender aún cuando te dí la espalda. Sos EL PADRE.