Resulta que, finalmente, el Corazón se cansó de la frialdad y la actitud esquiva de la Mente y decidió que ya no iba más la cosa.
O al menos esos puntos de vista estaba interpretando (y se rumoreaba en) la comarca de Los Órganos del Dueño. Así empieza la historia...
"Si no hay ni un punto en común entre nosotros, ¿Para qué seguir intentando trabajar en grupo?" le confió el Corazón al Estómago mientras compartían sensaciones de una fiesta nocturna muy agitada y revuelta en muchos sentidos para el Dueño.
En esa charla se dijo de todo, quizás por la influencia de lo que el Dueño había ingerido. La cosa es que se sacaron trapitos al sol y hubo una sinceridad hasta incómoda entre el Corazón y el Estómago. Es que el Estómago tiene la cualidad de ser un poco sensible, pero trabaja también con datos concretos, y parecía proveer una suerte de punto intermedio, cosa que abrió la perspectiva para la conversación de esa madrugada. Además, el Estómago recibe la información que le dan y a veces la devuelve con su estilo personal de respuesta (ácido), cosa que le agrada mucho al Corazón.
El resultado de esa noche de excesos por parte del Dueño había dado pie a algo nuevo. Lo que no eran nuevos, eran los altercados entre la Mente y el Corazón, no... Esos se dieron desde muy temprano ya en la vida de aquel. Momentos de tensión que hacían que éste dudara y tuviera que elegir el consejo de uno sobre otro, generando que la competencia y el reconocimiento fueran el combustible y el incentivo para esos altercados. Pero, como decía, esa madrugada el Corazón comprendió algo nuevo.
Esta vez, la intuición, la información y el emocionalismo del Estómago hicieron las preguntas correctas. Por primera vez, el Corazón estaba lo suficientemente sensible, vulnerable y abierto como para hablar sin tapujos. En cierto momento de la charla, el Estómago volvió a formular la más básica de las preguntas, pero con un ligero cambio.
E- "Y al final, ¿Vos, cómo estás?"
C- "Me siento bien, supongo..."
E- "No te pregunté ¿Cómo te sentís? sino ¿Cómo estás? porque quiero saber cómo y en qué situación estás."
C- (piensa)... Creo que no estoy. Ni bien, ni mal, simplemente a veces creo que no estoy.
Esa fue la revelación más cuerda de la vida, en medio de una de las noches más inestables de la historia del Dueño.
Allí mismo algo comenzó a inquietarlo. Y luego a llevarlo a atar cabos. El Corazón descubrió que se sentía cansado. No es que se cansó de la lucha por ganar el favor de su Dueño, ni se cansó de la discusión habitual con la Mente. El Corazón se dió cuenta de que esta dinámica (que tanto le atraía y que conocía de toda su vida) ya lo estaba debilitando y haciendo descuidarse a sí mismo. También, que si eso seguía así, el Dueño iba a salir perjudicado y por ende, la Mente también perdería en este juego (y es que al corazón le gustaba mucho el juego, aunque no entendiera a la Mente y su perspectiva tan fría).
Pero después de esa revelación, ya no había lugar para más descuidos. Había que atender la emergencia inminente. El Corazón parecía tomar sus decisiones como si fuera la Mente, y esta vez la situación parecía ameritarlo. Con más ímpetu y emoción que inteligencia o razonamiento, el Corazón entró en su sala y se dispuso a empacar sus cosas. No sabía qué tan largo iba a ser el viaje, pero tenía por seguro que había muchas cosas que necesitaba llevar en esa valija.
La noticia se extendió rápidamente y generó diversas reacciones en la comarca de Los Órganos del Dueño.
El Corazón silbaba de emoción mientras elegía lo que iba a empacar. De repente, tocan la puerta de la sala. Era el Miedo, avisándole que afuera había mucha incertidumbre, que lo piense por su bien (y por el de los demás, aclaró) y mejor abandonara la idea de salir. El Corazón agradeció la visita y le cerró la puerta en la cara.
Al rato, tocan la puerta de nuevo. Era el Dolor, para decirle que se le iba a hacer muy difícil su vida sin alguien que lo ayude a procesar. El Corazón le cerró la puerta en medio discurso y el Dolor le gritó por la ventana "¡Ya vas a volver, yo sé que te gusta mi compañía!".
Cuando parecía que ya nadie más iba a molestar la labor del Corazón, tocan nuevamente la puerta. Esta vez era la Mente. Vino muy tranquila, pareciera que en plan más como espectadora que otra cosa. Le preguntó si necesitaba ayuda en algo. "No, no... Voy bien" le dijo el Corazón apenas mirándolo, afanado y poniendo toda su concentración en lograr cerrar la valija. "¿Puedo hacerte una pregunta?" dijo la Mente, "Es que me intriga algo". "¡Dale, preguntá nomás!" dijo el Corazón, contento de que el cierre cediera ante la cantidad de cosas atrapadas en la bolsa.
"¿Qué necesitas de mí para que puedas hacer tu viaje sin abandonarme? ¿Cómo puedo ayudarte para que estés mejor pero sin irte?".
El Corazón quedó desencajado. Nunca le habían hecho esa pregunta, ni había visto a la Mente tan abierta. Este camino nuevo se abría cada vez más a otras posibilidades, y esto recién empezaba. "Es que sin vos, esto no va a ser lo mismo." Continuó la Mente. "Tu viaje está inspirándome a hacer uno similar. Y no quisiera pensar que van a faltar las dos voces que le traen balance al Dueño".
El Corazón lentamente fue incorporándose al oír a la Mente. El deseo y la necesidad emocional de tomar el nuevo rumbo lo hacía mirar a la valija, pero la sensatez y transparencia en el planteo de la Mente lo dejaban en una encrucijada. La Mente se había dado cuenta de que ambos estaban ahí para caminar con el Dueño y ayudarle a procesar. Esto la motivó luego a humillarse y dejar de pensar que "se las sabía todas" para ir a visitar y apelar a la razón de un Corazón que decía necesitar un espacio nuevo donde desarrollarse.
Ese acto de humildad generó en el Corazón un sentimiento de compasión que hacía rato no le llegaba. Sintió que debía replantearse las cosas y, como pocas veces, sintió la esperanza de tener a la Mente como compañera en ese nuevo proceso. Sin dudas, el Dueño iba a salir beneficiado y eso siempre ha sido el propósito de vivir para todos en la comarca de Los Órganos.
"No sé por qué, una corazonada quizás... pero me convenciste" dijo el Corazón en un acto más emocional que racional. La Mente sonrió y le respondió "Veámonos mañana para hablar un poco de nuestra transformación, va a ser interesante compartir nuestras opiniones". A lo que el Corazón, en pleno desarme de la valija le replicó "¡Y sensaciones, Mente! ¿Nos vemos acá o en tu sala?". La Mente, conociendo al Dueño, le propuso que el Estómago sea el mediador y quien ponga la casa. "Al final, él pone la comida" y "cuando alguien no hace caso a las indicaciones de su mente o a las de su corazón, un buen retorcijón siempre llama la atención" dijo. Ambos soltaron una larga carcajada.
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