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miércoles, 20 de mayo de 2020

Dándole más perspectiva a la Palabra

Soy de los que cree que la Biblia es una gran carta de Dios hacia sus hijos, donde a primera vista hay historias fáciles de digerir, hay casos cruentos y hay enseñanzas realmente entendibles y aplicables que traen sabiduría al que las sigue.

Creo que una de las cosas que NO es un buen hábito a la hora de exponer la Palabra es centrar todo lo que la Biblia dice en nosotros, nuestra actitud, reacción, carácter, o la falta de. Me explico. 

La Biblia dice "no matarás", y sabemos que obedecer eso es algo bueno, claramente. Quizás lo enseñamos como una ley moral, la justificamos en que a Dios no le agrada y (por si no convencemos a alguien) la justicia de nuestro país condena el homicidio. Eso deja un poco fuera de la ecuación el corazón de Dios al hacer esta ordenanza. Sigo explicándome.

Dios nos hizo para su gloria, no para entretenerse. No nos hizo para morir, el pecado es el que nos mató (sólo que no nos han avisado hasta que llega la luz del Evangelio). Dios odia el pecado. Dios quiere ser glorificado. Ahora, si agarrás y matás, no glorificás a Dios sino exaltás al pecado, exponés la fuerza de tu maldad y no el carácter perdonador del Padre. Dios queda fuera del cuadro, no avala nada de lo que está sucediendo, perdiste una vida hecha a imagen de Dios y te alejaste del diseño original hundiéndote un poco más en la oscuridad que te separa de Él. Dios se duele porque su amor y su justicia no armonizan en esta situación, hay una posición que debe asumir y no es buena para vos, imaginate (si pudieras, de alguna manera) el corazón de Dios.

Después de un ejemplo tan crudo, voy a que si sólo pensamos que todo lo que dice la Biblia es únicamente para formarnos y está dirigido a nosotros, nos estamos perdiendo las perlas del conocimiento. Ver el amor y el carácter, el poder y la misericordia, la omnisciencia, la justicia y la esperanza que están en Dios a través de las páginas de las Escrituras es ir un paso más allá en la comprensión, y de pasada, es salirse del egocentrismo. Y ya al dejar de ser sobre nosotros la perspectiva nos ayuda, la Palabra pasa a ser sobre el Dios que nos salvó, llamó, que nos ama, corrige, nos tiene paciencia, indica su parecer, nos da sus planes (aunque sabe que no los vamos a seguir siempre), nos tiene misericordia, nos busca y quiere preservarnos en Él y para Él.

Una predicación que se basa en mostrar a Dios para enseñarle al oyente "quién" es el hombre es más abarcativa que una predicación apoyada en versículos y que nos enseñe lo que deberíamos hacer o no (llegando al extremo con los famosos siete pasos para algo o las diez leyes de tal cosa). No estoy contra las enseñanzas reflexivas o correctivas para nada, solo pienso que por ver repetidamente la Palabra de ese lado nos perdemos mucho, muchísimo.

Yo creo que cada tramo, historia o proverbio enseña fundamentalmente un costado del carácter del Padre, de Jesús y del Espíritu Santo. Y ese carácter, contrastado con el de los personajes bíblicos, me muestra no sólo mis fallas sino la perseverancia de Dios en querer acercarme a Él. Y todo a pesar de mí.

Gracias por tu tiempo.

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