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domingo, 6 de septiembre de 2020

La máquina del error: Un enfoque filosófico

"No ignoramos las maquinaciones del diablo" escribió Pablo en medio de un conflicto dentro de la iglesia. Darle ventaja al diablo no tiene nada que ver con renegar de tradiciones y tiene todo que ver con no darle espacio a Dios en el ámbito y la situación que sea. Es parte de la función de la máquina del error. No dejarnos ver en qué terreno nos metemos cuando no estamos jugando para Jesús. Y saliendo del plano espiritual, quisiera dar una perspectiva más humanista al asunto.

La máquina del error tiene conexiones a todos los aspectos de nuestro ser. Cerebro, corazón, tripas, también emociones, alma, espíritu, cuerpo, sensaciones y percepciones. Todo esto puede ser (y de hecho está) condicionado al tipo de conexión con este artefacto. Y además tiene como objetivo reforzar esas conexiones con el tiempo y el uso. Es como que el sistema se va arraigando al huésped hasta prácticamente ser la pieza fundamental para cada acción del individuo. 

Uno de los grandes logros de este sistema es el de desarrollarse en conjunto con el huésped. Aunque, siendo honestos, el desarrollo del sistema inhibe el del individuo. Lo cual no siempre es evidente a primera vista dado que los aspectos más damnificados son los más internos. Hay casos donde la máquina "se come al huésped" y las manifestaciones externas son el reflejo obvio del gran desarrollo interno, del trabajo a profundidad y la consecuente robotización del individuo, que solo hace lo que la máquina le ordena.

La gran parte de la humanidad reconoce tener un mecanismo interno que lo lleva al error (así como un símil moral que le dicta lo bueno), sin embargo, no tienen la inclinación a hacer la búsqueda o interesarse en el funcionamiento del mismo. Simplemente lo toman como parte del ser, así como toman las extremidades o los órganos internos. No saben cómo implicarse en su propio funcionamiento interno porque quizá dan por sentado que vivir es envejecer y que "las cosas son como son". Algunos se animan a ojear un poco y llegan a concluir que somos "el resultado de decisiones de nuestros ancestros" con nuestras interpretaciones de la vida. Los más osados ya son los que piensan en la expresión tripartita del ser (alma, mente y cuerpo), y buscan tratar la existencia basándose en esta afirmación con lo que se quedan a las puertas del descubrimiento profundo.

No hay (una) forma de ver el intrincado sistema de la máquina del error, sin el reconocimiento previo de que está. Pero no tendría ningún sentido verla, saber qué está ahí, y no entender cómo funciona o si se puede modificar. Ahora, si es posible, que la modificación esté a nuestro alcance son diez pesos aparte. Muchas personas a través del tiempo han intentado domesticarla, hay libros filosóficos, espirituales y manuales de mecanización selectiva que pretenden haber llegado a torcer el brazo del sistema y vencerlo, solo para advertirle a las personas que hay que esforzarse mucho y hasta radicalizarse (en algunos casos incluyendo el aislamiento y la reclusión voluntaria) con tal de dominar el mecanismo que nos lleva al error.

Sinceramente, la gran mayoría de estas personas no ha llegado siquiera a acercarse para ver las conexiones, los engranajes o entender qué alimenta la máquina de cada individuo. Algunos han identificado algunas piezas de la suya propia y se las endilgan a otros. No han entendido que cada cual carga con su sistema personal, armado con piezas forjadas en situaciones específicas, que funcionan en ciertas ocasiones y con determinada velocidad. No han hecho los cálculos como para advertir que el ambiente (en todo nivel), el núcleo familiar (inmediato y mediato), las interacciones con otras personas y la autopercepción son claves para entender cómo funciona, qué enciende y qué partes impacta el tener un armatoste dentro que está diseñado e incrustado en nuestro interior con el fin de hacernos cada vez menos dueños de nosotros mismos.

Así es que finalmente la sabiduría en cuanto a este tema se remite a acciones y reconocimiento de la incapacidad, velada por estratagemas para poder lidiar con el fracaso, seguir intentando las mismas artes hasta tener un golpe de suerte (o mentirse a sí mismos) y luego "lograr avanzar" en la búsqueda interior con satisfacción de haberlo logrado por sí mismos. ¿Nadie se pregunta por qué es que tenemos ese aparato? ¿Quién lo puso? ¿Por qué ignorar su existencia es más calmante que la búsqueda de su funcionamiento? ¿Hay una forma de desarticularla de forma efectiva? ¿Por qué parece que el ser humano no tiene capacidad de que la máquina del error sea desarraigada de nuestro ser?

Preguntas para otra ocasión...

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